Los cactus son plantas suculentas que se caracterizan por tener un tallo grueso y espinoso en lugar de hojas, lo que les permite almacenar agua y sobrevivir en ambientes áridos. Existen miles de especies diferentes de cactus, desde pequeñas y espinosas hasta grandes y de forma cónica. El trasplante de un cactus es una tarea relativamente sencilla, pero es importante seguir algunas pautas para evitar dañar la planta.
El mejor momento para trasplantar un cactus es en la primavera o en el verano, cuando la planta está en su fase de crecimiento activo.
Selecciona una maceta un poco más grande que la actual para permitir el crecimiento del cactus. Asegúrate de que tenga un buen drenaje y que esté limpia. Puedes cubrir el fondo con piedras para mejorar la circulación del agua.
Quita el cactus de su maceta actual y revisa las raíces. Si están podridas o dañadas, retíralas con cuidado. Si el cactus es grande y pesado, puedes envolverlo con papel de periódico o una toalla para evitar que se rompa.
Agrega el SUSTRATO PARA CACTUS de BURÉS al fondo de la maceta y coloca el cactus en el centro. Asegúrate de que quede a la misma profundidad que estaba en la maceta anterior. Agrega sustrato de nuevo alrededor de la planta, presionándola suavemente para asegurarte de que quede bien compacta.
Después de trasplantar el cactus, es importante regarlo para ayudar a establecer sus raíces en su nuevo hogar. Pero ten cuidado de no excederte en la cantidad de agua, ya que los cactus son sensibles al exceso de humedad. Riega el cactus lentamente, permitiendo que la tierra absorba el agua.
Después del trasplante, es importante no regar el cactus durante los próximos días para evitar que las raíces se pudran. Después de eses tiempo, riega con moderación. Asegúrate de que el cactus reciba suficiente luz y de que no esté expuesto a corrientes de aire frio.
Siguiendo estos pasos, tu cactus debería estar bien trasplantado y crecer feliz en su nuevo hogar.
This article was written by bures